Monday, June 18, 2012

Historia del terminal terrestre Reina del Cisne

Antes de que se construyera el primero y segundo terminales terrestres en Loja (el que estuvo a la salida a Vilcabamba y el actual), lo que los lojanos tenían como terminal terrestre era el parqueadero en lo que hoy es el Parque Bolívar (antigua estación de buses).

La Unidad Municipal del Terminal Terrestre, se comenzó a construir en el año de 1991, en la administración del Dr. Jorge Reyes Jaramillo. Inició sus labores en julio de 1994.

El Terminal Terrestre Reina del Cisne en la ciudad de Loja, presta servicios a sus usuarios, las 24 horas del día, los 365 días del año. Pero antes de que se construyera hubo trabajo del mentalizador el Dr. José Bolivar Castillo y el Dr. César Correa Jaramillo. Este último nos cuenta en un artículo aparecido en La Crónica, de la antesala del Terminal Terrestre de Loja:


En 1988, luego de las elecciones en las que llegáramos José Bolívar Castillo a la Alcaldía y yo a la dignidad de consejero Provincial, unas dos semanas antes de la posesión, tuvimos que asistir a una reunión en Quito, convocada por la Izquierda Democrática. Aprovechando ese viaje José Bolívar me pidió que le ayude a hacer una investigación de campo en la Terminal Terrestre Cumandá, para obtener la mejor información necesaria para construir la que Loja requería.

Fuimos a la Terminal y la inspeccionamos minuciosa e íntegramente, los tres niveles, entrevistando a las personas que hacían uso diario de los distintos ambientes. Esa Terminal se construyó por parte de pelucones, que jamás iban a utilizarla para sus viajes, puesto que ellos se movilizaban en avión o en sus lujosos vehículos públicos o privados. Lo primero que se notaba era que no hubo interés alguno para hacerlo sentir bien al usuario, con instalaciones cómodas, limpias, claras, con buena ventilación, dignas de un ser humano, de un ciudadano con derecho a consideración. Era una Terminal fea, tétrica, oscura, húmeda, sucia, que en buena hora ya no se usa. Al pueblo lojano no se lo debía castigar con algo igual, a los pasajeros de bajos recursos económicos no se les debía ofrecer cualquier cosa, fueron los principios iniciales para planificar la Terminal de nuestra ciudad, aplicando lo que se pregonaba en los programas de la Federación de Trabajadores Francisco Cumbicus, filial de la CEDOC.

Se entrevistó a los vendedores de artículos y servicios que generalmente demandan los viajeros: dulces, artesanías para recordar la ciudad o el país (souvenirs, en inglés), revistas, periódicos, frutas, bebidas; a las personas que preparaban comidas (todos los restaurantes eran estrechos), a las señoritas que vendían los boletos, a los trabajadores que servían en las bodegas; a los policías que hacían guardia, a quienes prestaban servicio telefónico, a los choferes, a los taxistas. Interrogábamos acerca de las instalaciones existentes, sus aspectos positivos, sobre todo sus aspectos problemáticos y deficientes. Lo más deplorable y repugnante eran los servicios higiénicos. La información que se recogió fue muy valiosa para conseguir que la Terminal Terrestre de Loja no se viera afectada por ninguna de esas deficiencias, pues se la tomó muy en cuenta al momento de planificar y diseñar, así como también de ejecutar.

El proyecto de la Terminal tenía que ser aprobado por el Banco de Desarrollo del Ecuador (BEDE), que debía conceder el préstamo necesario. La burocracia centralista revisó el diseño inicial y muy fresca negó el financiamiento porque las dimensiones eran demasiado grandes para una ciudad como Loja, el Municipio procedió a lo que le obligaban, a hacer reducciones en los planos, suprimiendo ambientes y cosas similares, para conseguir el visto bueno de los "técnicos", técnicos que se equivocaron estruendosamente porque al poco tiempo de construida la Terminal resultó pequeña, ---por ventaja quedaba algo de terreno para hacerle unas ampliaciones, que han remediado en parte la deficiencia.

Según los "técnicos" del BEDE tendríamos Terminal para 25 años. Aún no llegamos a los 20, y a pesar de las ampliaciones que se han hecho, en estos momentos resulta insuficiente. Esa es la historia de las obras públicas del Ecuador, diseñadas sin proyecciones para el futuro, ejecutadas a medias, regateándonos el financiamiento, retardándolas por décadas, con más fallas cuanto más lejos estaban de Quito. Pero en nuestra linda "democracia" hay algunos que piden a gritos por la prensa que volvamos a esos tiempos y a esas andanzas, son los que usufructuaban de ese sistema y se enriquecían mediante el daño que causaban.

Foto del Municipio de Loja

Sunday, June 3, 2012

Loja no está preparado para un desastre



Angel Vera es un periodista de Diario El Mercurio de Cuenca  quien además cubre algunas notas sobre la ciudad de Loja.

En esta entrega el periodista se hace eco de lo que para muchos lojanos solo es una remota posibilidad. Según Patricio Valdivieso Espinosa en la ciudad de Loja viven unas 214 personas y el hecho que no existe un sistema de emergencia funcionando le preocupa no solo al Cuerpo de Bomberos  sino al público conciente de Loja.

A Luis Santos, comandante de la entidad le preocupa la falta de conciencia ciudadana y la ausencia de un plan que señale los procedimientos a seguir antes, durante y después de eventos de este tipo.  Y cree que en el Ecuador en general “la mayoría de ciudades del país no lo tienen”.

La crítica del responsable de los primeros auxilios en la ciudad de Loja critica incluso las políticas municipales de edificación. Todo el mundo asume que en loja nunca pasará un desastre y eso es temerario pensar. Por ejemplo, nadie sabe hasta qué punto un hospital resista un movimiento telúrico. "Debemos fortalecer la infraestructura hospitalaria”.

Tampoco las instituciones lojanas llamadas a responder en casos de desastre están preparadas para atender una evacuación de ser necesaria.  Ahora cunado el invierno arrecia, el auxiliar a pocas familias ya resulta un inconveniente.

Al personal de la Secretaria Nacional de Gestión de Riesgos - SNGR,  quienes trabajan con los establecimientos educativos para brindar charlas sobre cómo actuar en emergencia, tampoco tienen  un plan delineado.

Para Javier Ruiz, un técnico de la institución, en la ciudad “no existe un estudio referente a la vulnerabilidad sísmica en edificios de hormigón armado”, que permita conocer la capacidad de resistencia mientras las personas evacuan completamente.

Creemos que hay pensar más allá del Simert en las sesiones del Cabildo. Fabián Gallegos, es el director de prospectiva y proyectos del Gobierno Municipal, el empleado manifiesta que en la institución actualiza las ordenanzas para fortalecer los requerimientos de edificación, incluso las casas de un piso, las cuales deben levantarse con las especificaciones técnicas establecidas.

El Mercurio culmina la nota entregándonos algunas estadísticas. Las zonas más vulnerables en la ciudad son las ubicadas en las riveras de los ríos debido a la calidad del suelo, las pendientes del 30 por ciento de inclinación y las zonas propensas a deslizamientos.

Una parte considerable de la ciudad se asienta en laderas y muchas de las viviendas incumplen con los requerimientos mínimos de edificación.