Sunday, April 29, 2012

Vivir en Loja y del cómo el lojano se ha acostumbrado!

Reproducido de De la Vida y Algo Más - Julio 29, 2007
 
¿Sabes como se mata a una rana de forma “dulce”?, tomas la rana, la colocas en una olla a temperatura normal -la rana no va querer escapar, luego colocas la olla en la cocina y enciendes el fuego (-la rana sigue tranquila) para que el agua empieza a calentarse lentamente y mientras esto ocurre, sorprende como la rana no hace absolutamente nada por escapar, se va acostumbrabdo poco a poco al calor hasta que llega a la muerte sin haber sido conciente de ello.

La costumbre mata, es necesario denunciarlo!!! - Nelson Piedra.

Lo que antecede es uno de los comentarios en un post acerca de lo que ha cambiado Loja escrito por nuestra dilecta Pau Vélez (Feliz Cumpleaños, de paso) hace tan solo unos dias y que relata la triste historia del ciudadano promedio en la urbe lojana. Con la autorización de thelunaticdevils me permito trascribir su post por considerarlo de substancial importancia:

“Sucre y Colón, casi las ocho de la noche, pasando el rato con dos amigas, un viernes cualquiera… No, no cualquier viernes… Primero de junio de 2007… Un grito espeluznante en la calle y todos los que estábamos en el restaurante salimos corriendo a ver qué pasaba. En la calle, una mujer joven que se retorcía de dolor y otra, ya mayor que pedía auxilio con desesperación…

Un asesino infeliz, acuchilló a la joven porque no pudo robarle la cartera, y claro, se hizo humo… La gente en shock, sin reacción. La mancha de sangre en la blusa de la herida se hacía cada vez más grande hasta que hicimos que una camioneta se dentenga y la lleve a urgencias en algún hospital. Gotas de sangre en la vereda, y la sensación de que alguien se estaba muriendo frente a mi… Qué sensación de impotencia! La indignación, la frustración, el coraje de saber que hay antisociales que vagan por las calles libremente, cuando deberían estar encerrados y algunos incluso deberían pagar por sus crímenes de por vida es sencillamente desesperante…

Inevitablemente alguien hace preguntas necias como ¿Dónde estaba la policía?, ¿Por qué nadie llamó a una ambulancia?, o por último ¿Alguien vió al ladrón?, sin embargo hay respuestas mus fáciles: La policía nunca está cuando se la necesita, la pobre mujer se hubiese muerto antes de que llegue cualquier ayuda médica y a los delincuentes nadie los ve ni los reconoce porque en este país todos les tienen miedo, incluídos fuerza pública, jueces y autoridades carcelarias…

Los llamados ‘centros de rehabilitación social’ son la burla más grande para las víctimas de la delincuencia e incluso para los mismos reos, cuando tras sus paredes sólo son el caldo de cultivo de la verdadera miseria humana…

Todavía estoy asustada. Loja era una ciudad tranquila… Loja estaba tan lejos que todavía no la alcanzaban crímenes de este tipo… Pero ahora siento pena… Me da temor que estemos a merced de estos asesinos. Me di cuenta en un instante, que mañana alguien podría matarme… Brutales asesinatos como los de las chicas que violaron y torturaron, el joven que apuñalaron en la puerta de la casa de la novia, la golpiza a un chico para robarle el carro… Hasta el momento de todos estos crímenes ninguno se resolvió.

Muchas personas dirán que estos incidentes no son nada, que en las ciudades más grandes eso sucede cada cinco minutos, que nos asombramos de pequeñeces..Pero ¿A quién en su sano juicio puede parecerle ‘normal’ que esto suceda? ¿Es que la gente ha perdido la capacidad de sentir pena por los demás? ¿Es que la vida vale tan poco?

Protesto, porque no quiero vivir con miedo, no quiero que estas cosas se hagan parte de la vida cotidiana, no quiero que a la gente le parezca normal la violencia, y no acepto que me digan que luego se pondrá peor y que tendré que acostumbrarme.

Necesitamos seguridad, sentido de comunidad y solidaridad. No debemos ni podemos permitir que los delincuentes nos aprisionen en nuestra propia ciudad.

Es indispensable que en la próxima Asamblea Constituyente, se concentren esfuerzos para hacer cambios radicales en lo que concierne a las leyes carcelarias y las leyes de cumplimiento de penas.
Es de vital importancia que no nos venza el miedo. Es justo y necesario que los criminales paguen por la sangre que derraman.”

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